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COLUMNA DE OPINIÓN

“La urgencia de cambiar el modelo”
Utzu García, Miembro Directiva Fuerza Cultural

La actual discusión por el retiro del 10% de los fondos en las AFPs (plata que es de la gente, pero que las administradoras se niegan a entregar, dando paso a una especie de corralito), ha terminado por destapar todo aquello que los teóricos de la economía neoliberal nos ocultaron: un sistema incapaz de generar bienestar real, que tiene a las clases no acomodadas viviendo permanentemente al borde del precipicio y que no cumple el objetivo para el cual debiera ser construido cualquier tipo de sistema o modelo: mejorar la calidad de vida de las personas.

 

Es una pregunta que nos podemos hacer de varias formas: ¿importa más la vigorosidad del sistema que la de nosotros?, ¿importa más que las paredes de una casa estén bien y no quienes la habitan? Grandes procesos como la Revolución Industrial, suponían mejoras en la calidad de vida, mecanizando los procesos, dejando atrás el trabajo manual y el acarreo de animales. Sin embargo, sólo alimentaron la ambición de los dueños de los medios de producción que, desde la segunda mitad del siglo XVIII, vienen queriendo más y más.

 

La crisis sanitaria provocada por la actual pandemia de Coronavirus, no ha hecho más que desmantelar las “falencias” de un modelo creado para el beneficio de unos pocos, en desmedro de las grandes mayorías. Y es que, a menos que seamos los dueños de los medios de producción, ¿qué razón tenemos para defender este modelo?

 

Una crisis como esta, la enfermedad grave de un miembro del hogar, un accidente que arrebate repentinamente la vida del principal proveedor de la familia o, mucho menos trágico, el ingreso de un hijo a la educación superior, es capaz de sacar a una familia de la clase media y convertirla en “nuevos pobres”. No hay capacidad de ahorro para estos escenarios impensados, donde lo único que queda es ingresar a todas las religiones para dar con el Dios correcto y pedirle que nada pase. Hablamos de familias sobre endeudadas para poder tener muebles, electrodomésticos y un auto. Muchos de ellos arrendando, porque la casa propia parece un imposible. Ni hablar de las nuevas generaciones, que llegan a la vida laboral con una deuda descomunal gracias al CAE. Una sociedad donde todo es plata, simplemente no llega a buen puerto. Y en esta crisis sanitaria tenemos la prueba empírica.

 

Gente que lo está pasando mal, pero que no califica para recibir ayudas del gobierno por estar en el 10% más favorecido, nos da clara evidencia de que al menos el 90% de nuestra población es propensa a ser pobre. Y tan importante es para el gobierno sostener el sistema, que están dispuestos a sacrificarnos para levantar las restricciones y reactivar la economía.

 

Qué duda cabe que es urgente modificar el modelo económico. Es necesario repensar nuestra matriz productiva: la cantidad de pymes que se han visto obligadas a cerrar habla del talento creativo disponible en nuestro país y que puede ser el motor de una nueva economía. Tenemos emprendedores talentosísimos y brillantes que pueden dar valor agregado a nuestras materias primas. Tenemos las condiciones para ser la Arabia Saudita de la energía solar y hasta podríamos exportarla. La tarea es titánica, pero no hay mejor momento que éste para empujar hacia el derrumbe de este modelo y construir uno nuevo, que piense en la gente. Porque cuando un modelo no es capaz de cuidarnos, simplemente debe dar un paso al costado.

 


 

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